La casa era probablemente pieza de un templo del sol del inca, destruido por los españoles, y que tiene un canal de piedra que recorrió a gorjeos una vez con agua.
Es un recinto de 11.80 metros de largo, 7.30 metros de ancho y 3.1 metros de alto.
La habitación del rescate se encuentra en pleno centro de la ciudad, es la única huella notable que subsiste del Imperio Inca y es el símbolo del encuentro entre dos culturas. Aquella cuyo significado de los objetos de valor eran representados por el tiempo que una o varias personas habían dedicado en concluirlos y la otra que se deslumbró por los metales preciosos encontrados en este imperio, especialmente el oro y la plata .
Se encuentra en la región de Cajamarca, a 870 kilómetros al noreste de Lima, en pleno centro de la ciudad del mismo nombre.
Está ubicado a media cuadra de la Plaza de Armas y fue allí donde se recluyó al último de los gobernantes del Imperio Incaico.
El cuarto del rescate se encuentra ubicado en el inmueble Nº 750 del Jirón Amalia Puga a 50 metros de la Plaza de Armas.
En este cuarto de rescate estuvo prisionero el inca Atahualpa por 8 meses y 10 días del 16 de noviembre 1532 al 26 de julio de 1533.
A fines de 1532, el inca Atahualpa descansaba en los baños de azufre que posteriormente fueron bautizados como los Baños del Inca, en una zona campestre de la ciudad, antes de su encuentro con una comitiva encabezada por Francisco Pizarro para capturarlo.
Una vez en el centro de la ciudad, el inca fue capturado y condenado a la horca por herejía tras lanzar al suelo una Biblia que veía por primera vez.
Atahualpa, buscando la manera de ganarse la amistad de sus captores, y habiendo descubierto cuánto ambicionaban estos el oro y la plata; ofreció a los españoles llenar un cuarto dos veces de plata y una de oro. Los españoles nuevamente tergiversaron la intención del inca, entendiendo el ofrecimiento como un rescate.
Los españoles accedieron al ofrecimiento y vieron finalmente aparecer el tan anhelado botín, que era traído a Cajamarca desde cada punto del imperio. Los propios españoles comenzaron a formar parte de las comitivas que traían los objetos de metal, y muchos volvieron de Pachacamac y del Cuzco con verdaderos tesoros. Sin embargo a pesar de que Pizarro reconoció al mismo Atahualpa que la promesa estaba cumplida no lo liberó. Por un lado se sentía más fuerte al haber llegado Diego de Almagro con los esperados refuerzos. Asimismo los constantes e inquietantes rumores de que grandes ejércitos incaicos se aproximaban con la misión de liberar a Atahualpa; habían calado y puesto en alerta a Pizarro. De esta manera, los españoles recibieron el prometido tesoro, pero no cumplieron con liberar al inca por motivos de seguridad. El rescate, como lo entendieron los españoles, ascendió a 971,125 pesos de oro y 40,860.3 marcos de plata (sin contar el quinto real) y se reconoce como el rescate más alto pagado en la historia de la humanidad.
Finalmente, al intensificarse los rumores de los ejércitos liberadores que venían en pos del inca, se hizo evidente que conservar a Atahualpa era tan peligroso como liberarlo. La ejecución de Atahualpa fue la mejor solución que algunos conquistadores encontraron para esta encrucijada; y el supuesto acecho de los ejércitos incaicos terminó por convencer al resto de españoles. El inca Atahualpa fue ejecutado el 26 de julio de 1533.
Resulta paradójico que luego de morir Atahualpa se haya descubierto que la amenaza de los ejércitos de liberación del inca era infundada. Una vez muerto el inca los españoles continuaron su expedición de conquista hacia el Cuzco, el corazón del imperio.
Es un recinto de 11.80 metros de largo, 7.30 metros de ancho y 3.1 metros de alto.
La habitación del rescate se encuentra en pleno centro de la ciudad, es la única huella notable que subsiste del Imperio Inca y es el símbolo del encuentro entre dos culturas. Aquella cuyo significado de los objetos de valor eran representados por el tiempo que una o varias personas habían dedicado en concluirlos y la otra que se deslumbró por los metales preciosos encontrados en este imperio, especialmente el oro y la plata .
Se encuentra en la región de Cajamarca, a 870 kilómetros al noreste de Lima, en pleno centro de la ciudad del mismo nombre.
Está ubicado a media cuadra de la Plaza de Armas y fue allí donde se recluyó al último de los gobernantes del Imperio Incaico.
El cuarto del rescate se encuentra ubicado en el inmueble Nº 750 del Jirón Amalia Puga a 50 metros de la Plaza de Armas.
En este cuarto de rescate estuvo prisionero el inca Atahualpa por 8 meses y 10 días del 16 de noviembre 1532 al 26 de julio de 1533.
A fines de 1532, el inca Atahualpa descansaba en los baños de azufre que posteriormente fueron bautizados como los Baños del Inca, en una zona campestre de la ciudad, antes de su encuentro con una comitiva encabezada por Francisco Pizarro para capturarlo.
Una vez en el centro de la ciudad, el inca fue capturado y condenado a la horca por herejía tras lanzar al suelo una Biblia que veía por primera vez.
Atahualpa, buscando la manera de ganarse la amistad de sus captores, y habiendo descubierto cuánto ambicionaban estos el oro y la plata; ofreció a los españoles llenar un cuarto dos veces de plata y una de oro. Los españoles nuevamente tergiversaron la intención del inca, entendiendo el ofrecimiento como un rescate.
Los españoles accedieron al ofrecimiento y vieron finalmente aparecer el tan anhelado botín, que era traído a Cajamarca desde cada punto del imperio. Los propios españoles comenzaron a formar parte de las comitivas que traían los objetos de metal, y muchos volvieron de Pachacamac y del Cuzco con verdaderos tesoros. Sin embargo a pesar de que Pizarro reconoció al mismo Atahualpa que la promesa estaba cumplida no lo liberó. Por un lado se sentía más fuerte al haber llegado Diego de Almagro con los esperados refuerzos. Asimismo los constantes e inquietantes rumores de que grandes ejércitos incaicos se aproximaban con la misión de liberar a Atahualpa; habían calado y puesto en alerta a Pizarro. De esta manera, los españoles recibieron el prometido tesoro, pero no cumplieron con liberar al inca por motivos de seguridad. El rescate, como lo entendieron los españoles, ascendió a 971,125 pesos de oro y 40,860.3 marcos de plata (sin contar el quinto real) y se reconoce como el rescate más alto pagado en la historia de la humanidad.
Finalmente, al intensificarse los rumores de los ejércitos liberadores que venían en pos del inca, se hizo evidente que conservar a Atahualpa era tan peligroso como liberarlo. La ejecución de Atahualpa fue la mejor solución que algunos conquistadores encontraron para esta encrucijada; y el supuesto acecho de los ejércitos incaicos terminó por convencer al resto de españoles. El inca Atahualpa fue ejecutado el 26 de julio de 1533.
Resulta paradójico que luego de morir Atahualpa se haya descubierto que la amenaza de los ejércitos de liberación del inca era infundada. Una vez muerto el inca los españoles continuaron su expedición de conquista hacia el Cuzco, el corazón del imperio.
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Coordenadas GPS
Lat : -7.1551549022765055 - Lon : -78.51896999364014
S7° 9' 18.55764819542 " W78° 31' 8.2919771045038"
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Cuarto de Rescate del Inca Atahualpa
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