A pesar de estar catalogado como Palacio, se podría hablar de este edificio como de una gran casona, propiedad de gente noble de la época.
Enmarcado en el entorno de la Plaza de San Francisco, su simbología, se observa en la fachada, donde nos encontramos, a uno y otro lado del balconaje, coronas del marqués, bajo las cuales figuraban los escudos, narrando la historia que fueron destrozados por la plebe, enfurecida por el fracaso del movimiento de Andalucía y hecho prisionero el marqués.
En la actualidad, este emblemático inmueble, tras largos años de trabajo y un lento, pero delicado proceso de restauración, se ha convertido en el estudio del pintor ayamontino Florencio Aguilera.