los misteriosos hechos registrados en el pasaje Russel ya forman parte del territorio de lo inexplicable.
De acuerdo con los hechos, reconstruidos en la zona por un cronista de «El Angelito», varias personas –circunstanciales visitantes del pasaje en cuestión– fueron allí víctimas de improperios, y/o maldiciones. Concretamente, aseguran haber sido puteados.Formuladas en forma estentórea, y por diferentes voces -en todos los casos denunciados- las imprecaciones fueron cometidas, una y otra vez, amparándose sus autores en el más hermético de los anonimatos.
Entre Gurruchaga y Thames, cerca de la placita Cortázar desde el 4900 al 5100, están las dos cuadras del pasaje Russel. Lejos del mundanal ruido –al 1900 de la calle Borges- sus pintorescas construcciones, aun recicladas, conservan retazos de historia pasada. Destaca, 4900 una casa colonial con enormes ventanas de rejas verdes. La casa de la columna en la puerta; la del Angelito, y la de la veleta negra con forma de navío, también tienen lo suyo. Más para el lado de Borges hay una con ventanitas como de cuento infantil. En la del 5000, llaman la atención los fondos de un garaje con frente por Costa Rica. Sus antiguos muros y granes ventanales están hoy poblados de modernos e incomprensibles grafiti.
Teoría
Escuchada en un bodegón cercano, tiente tanta sustentación como este malhadado asunto. Al parecer, hace mucho tiempo, en una de las casitas del pasaje, vivió un inmigrante irlandés llamado Brian Russel. Especie de inventor trasnochado, Russel no era otra cosa que un asocial. Se dice que jamás salía a la calle. Que era muy mal hablado y de pésimo carácter. Tras fracasar en varios proyectos, el tipo un día la pegó. Diseño un juguete para niños que -aunque no para él- con el tiempo, generaría fortunas: el yo-yo. Su creación trascendió y tanto, que terminó no sabemos cómo, cediendo su apellido al pasaje. Sería entonces, de acuerdo al testimonio de un fantasioso vecino que rogó no ser identificado, el fantasma de aquél innovador ermitaño el autor de los atentados auditivos. Vaya a saber uno porqué, se resiste a dejar el pasaje, y de vez en cuando, manda alguna de las suyas.
En la esquina de Russel y Borges.
En la esquina de Russel y Borges,es una casa de color blanco, con la característica construcción mediterránea comparte el paisaje urbano y la heterogeneidad de otras intervenciones arquitectónicas que juegan en la armoniosa conjunción de lo antiguo y lo moderno.
De acuerdo con los hechos, reconstruidos en la zona por un cronista de «El Angelito», varias personas –circunstanciales visitantes del pasaje en cuestión– fueron allí víctimas de improperios, y/o maldiciones. Concretamente, aseguran haber sido puteados.Formuladas en forma estentórea, y por diferentes voces -en todos los casos denunciados- las imprecaciones fueron cometidas, una y otra vez, amparándose sus autores en el más hermético de los anonimatos.
Entre Gurruchaga y Thames, cerca de la placita Cortázar desde el 4900 al 5100, están las dos cuadras del pasaje Russel. Lejos del mundanal ruido –al 1900 de la calle Borges- sus pintorescas construcciones, aun recicladas, conservan retazos de historia pasada. Destaca, 4900 una casa colonial con enormes ventanas de rejas verdes. La casa de la columna en la puerta; la del Angelito, y la de la veleta negra con forma de navío, también tienen lo suyo. Más para el lado de Borges hay una con ventanitas como de cuento infantil. En la del 5000, llaman la atención los fondos de un garaje con frente por Costa Rica. Sus antiguos muros y granes ventanales están hoy poblados de modernos e incomprensibles grafiti.
Teoría
Escuchada en un bodegón cercano, tiente tanta sustentación como este malhadado asunto. Al parecer, hace mucho tiempo, en una de las casitas del pasaje, vivió un inmigrante irlandés llamado Brian Russel. Especie de inventor trasnochado, Russel no era otra cosa que un asocial. Se dice que jamás salía a la calle. Que era muy mal hablado y de pésimo carácter. Tras fracasar en varios proyectos, el tipo un día la pegó. Diseño un juguete para niños que -aunque no para él- con el tiempo, generaría fortunas: el yo-yo. Su creación trascendió y tanto, que terminó no sabemos cómo, cediendo su apellido al pasaje. Sería entonces, de acuerdo al testimonio de un fantasioso vecino que rogó no ser identificado, el fantasma de aquél innovador ermitaño el autor de los atentados auditivos. Vaya a saber uno porqué, se resiste a dejar el pasaje, y de vez en cuando, manda alguna de las suyas.
En la esquina de Russel y Borges.
En la esquina de Russel y Borges,es una casa de color blanco, con la característica construcción mediterránea comparte el paisaje urbano y la heterogeneidad de otras intervenciones arquitectónicas que juegan en la armoniosa conjunción de lo antiguo y lo moderno.
Compartido por: Toni Martins | Aún no hay comentarios |
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Coordenadas GPS
Lat : -34.58768860219213 - Lon : -58.42868444418029
S34° 35' 15.678967891668 " W58° 25' 43.263999049044"
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